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Cuando se destina dinero público a investigación, este revierte exponencialmente en la sociedad

Entrevista a José Antonio Santorromán

IDEAL, 12 marzo 2022, entrevista a José Antonio Santorromán, Director Gerente de Agrobío.

Agrobío, especialista en producción de colmenas para la biopolinización y de insectos auxiliares para control biológico, es una de las empresas almerienses punterasen innovación en el sector agrícola.
Su gerente y fundador, José Antonio Santorromán, hace un recorrido por la trayectoria de la empresa y analiza la situación actual del sector.

–¿Cómo recuerda los inicios de Agrobío?

–Empezamos a funcionar entre 1983 y 1984, detectando oportunidades en la producción de los almendros, con el proyecto de Almeriplant. A finales de los 80 y principios de los 90 llegaron a esta tierra las primeras casas especializadas en la producción de abejorros y vimos que funcionaban en la polinización de los cultivos. Ya habían sido testados en la producción del tomate. Entonces decidimos apostar por la cría de abejorros. En principio tomamos un proyecto de la FIAPA, pero no es igual producir una colmena en el laboratorio, que es relativamente sencillo, a tener que fijar una producción de colmenas para una semana concreta con calidad y precio estipulado. Fue un proyecto local y poco a poco fuimos arrancando. Nuestro objetivo en aquel momento era hacer 15.000 colmenas. El producto tenía muchísima aceptación por los agricultores y debido a este éxito la curva de crecimiento subió en picado y desbordaba cualquier previsión que teníamos.

–¿Fue complicado?

–Tuvimos el apoyo incondicional de todas las cooperativas y la gran fortuna del apoyo del sector. Nos enfrentábamos a multinacionales muy potentes con herramientas muy justas puesto que cuando empezamos, ellas nos llevaban 4 o 5 años de adelanto. Después, comenzamos a crecer, ya con cierta fortaleza y fuimos desarrollando mucha tecnología de producción, avanzando en calidades y adaptándonos a las nuevas exigencias.

–De Almería para el mundo entero.

–Así es. Llegó el momento de proyectar de manera internacional nuestra actividad y nos decidimos a cruzar los Pirineos a la conquista de Europa y el producto llegó y triunfó.

–¿Cómo ha ido creciendo Agrobío?

–Nuestro crecimiento ha sido sobre todo en Europa porque fuera de sus fronteras el transporte es muy complicado. Y es que, aunque nuestro producto no es pesado si ocupa un gran volumen. Por eso aprovechamos el transporte por carretera, donde Almería tiene mucha experiencia y gracias a ello, está situada en Europa. Y este hecho es lo que nos ha hecho crecer en Europa. De las 15.000 colmenas en producción con las que comenzamos, ahora estamos por encima de 700.000. Estamos en el top tres de la producción mundial de colmenas.

–¿Llegan a todas las partes del mundo?

–Es un proyecto conocido en todo el mundo, pero nos falta lanzarnos en Asia y para ello deberíamos tener empresas locales para la desarrollar allí las producciones. Tenemos una filial en Turquía que nos permite llegar a los mercados de Oriente Medio y el área de la Federación Rusa, así como a los países emergentes de su alrededor que necesitan las colmenas de Bombus y es más fácil llegar desde Turquía.

–¿Cómo valora la actividad que realizan?

–Los dos pilares que tiene Agrobío desde su constitución son: la polinización y el control biológico. Del primero se disparó la demanda pero del segundo nunca fue una demanda de los agricultores. Hasta el año 2007 no fue fácil introducir los ‘bichos’ y eso que nosotros habíamos avanzado mucho y empleado mucha tecnología pero económicamente no era viable. Pero el mercado fue el que demandó ese control, que si no se hacía nos quedábamos fuera. El 2007 marcó un antes y un después en el sector agrícola de Almería porque eso permitió incorporar el control biológico y así consolidar este modelo en Almería, siendo un modelo a exportar al resto del mundo. Este proyecto lo lideró la administración dando unas subvenciones muy importantes y haciendo cursos de formación en el IFAPA, a los que acudieron miles de personas, y poniendo pie en pared, siendo muy duros en contra de la utilización de ilegales. En un año pasamos de hacer las cosas de manera mediocre a ser referente europeo en el control biológico gracias a los técnicos, a las empresas auxiliares y a todo el trabajo que se había hecho con anterioridad. Fue todo un ejemplo de colaboración y unión. Ahora hay que seguir trabajando para mantener todo lo logrado y e ir hacia el residuo cero. Estamos convencidos de que va a ser posible porque el consumidor lo demanda y en las empresas hay mucha gente inteligente que investiga y hay herramientas suficientes para llegar a esa solución, aunque no sea de hoy para mañana.

–Asegura que en el éxito de la implantación del control biológico fue clave la colaboración de todos los agentes implicados. Se demuestra una vez más que la unión hace la fuerza. ¿Por qué cree que no se une el campo almeriense para seguir avanzando y aprobar asignaturas que tiene pendientes desde hace décadas?

–Es difícil hacer un diagnóstico exacto cuando no estás implicado directamente, hablo del caso de la comercialización de los productos hortofrutícolas. Pero como ciudadano de a pie, como parte de esta sociedad, se echa de menos que la comercialización esté más unida y organizada. Los agricultores deben tener, como en cualquier actividad, un mínimo de margen comercial para poder avanzar. Es determinante que los canales garanticen ese mínimo de beneficio económico. Siempre se habla de que el mercado, y por tanto los precios, los regula el frío, pero tiene que haber algo más.

–¿Qué se ha logrado con el control biológico?

–No hemos hecho otra cosa que tratar de reencontrar ese equilibrio natural perdido con el abuso de fitosanitarios en los cultivos. Estamos logrando esa convivencia en el campo de la fauna auxiliar que genera productividad y además de una manera sostenible. Hemos avanzado mucho favoreciendo la instalación de los insectos buenos antes de que lleguen los malos, y de esta forma generando un entorno más natural en las plantaciones hortofrutícolas. Así, es más efectiva la acción de la fauna auxiliar contra las plagas. En ello, ha jugado un papel fundamente la alimentación con ácaros presa. Antes de la suelta de los primeros insectos auxiliares procuramos el alimento para que una vez lleguen las plagas, haya una óptima colonia de insectos, además más fuertes, y las combatan con mayor efectividad. Es una tecnología Agrobío, patentada, y se está desarrollando en todo el mundo. Para nosotros es un orgullo, para esta casa y para nuestros investigadores que ven un trabajo muy satisfactorio.

–¿Hasta qué punto es importante la tecnología en el trabajo de Agrobío?

–En Agrobío estamos muy orgullosos de la tecnología que estamos desarrollando constantemente. Para nosotros es crucial. Trece años no es nada. Y desde que se consolidó el control biológico en Almería, fijaos lo que se ha conseguido en este poco tiempo si hablamos de investigación y tecnología. Tenemos un gran equipo investigador que ha superado grandes metas y que se caracteriza por ser multidisciplinar, algo que se complementa en la labor innovadora que se desarrolla en Agrobío. Además, lo hemos logrado con recursos limitados.

–Agrobío ha demostrado apostar fuertemente por la investigación como piedra angular de su proyecto. ¿La considera crucial en el desarrollo de la actividad agroalimentaria?

–Es una base fundamental. Estamos acostumbrados a asistir a conversaciones sobre I+D, pero vemos que no se cumple lo que se promete o se dice. Está claro que es crucial para el desarrollo de cualquier nación. Podemos estar acomplejados en este país, y pensar que investigar cómo se debe es imposible, pero es porque no lo tomamos en serio. Los que deben gestionar no lo hacen adecuadamente. Los recursos existen, pero hay que gestionarlos bien para obtener resultados. Nosotros hemos apostado por la I+D, participando en proyectos nacionales e internacionales, y en los que hemos constatado que se llegan a lograr objetivos. Cuando un dinero público se destina a una investigación bien gestionada, esa inversión revierte de manera exponencial a la sociedad. Es, sin duda, una de las mejores políticas que puede hacer un gobierno en beneficio del conjunto de la sociedad. Insisto, siempre que haya detrás una buena gestión.

José Antonio Santorromán en laboratorio de investigación

–¿Cómo han percibido en Agrobío que la investigación genera beneficios a la sociedad?

–Un ejemplo de ello reside en el beneficio económico, pero también en el productivo y medioambiental, todo ello desde el punto de vista de la sostenibilidad. Cuando iniciamos nuestra andadura en Agrobío, el precio de una colmena rondaba las 20.000 pesetas, unos 120 euros. Gracias a la investigación que hemos ido realizando a lo largo del tiempo, el valor en el mercado se ha ido reduciendo para los agricultores, hasta hoy que podemos decir que tenemos las colmenas mejores y más baratas del mundo. Fijaos lo que la I+D ha devuelto al sector. No solo a los productores, sino también a la sociedad en su conjunto, el cambio de mentalidad en la producción de hortícolas, más productividad, más alimentos disponibles. La investigación lo que genera es alcanzar productos mejores y más baratos, para todos los sectores y actividades económicas.

–¿Cómo están soportando la subida de los costes de producción?

–Hay industrias que cuando sus costes suben rápidamente los repercuten en el valor del producto final. Lo estamos viendo con los fertilizantes, también con el plástico o el cartón, por poner algunos ejemplos. Los agricultores son, en este aspecto, los más débiles, asumiendo esas subidas de los costes. En nuestro caso, hemos registrado un incremento de los gastos destinados a la producción, pero hemos decidido, hasta que nos sea posible, no trasladarlos al valor de las colmenas o los insectos auxiliares. Nuestros costes se han elevado notablemente.

–¿Pero eso incide en una reducción de los beneficios de la empresa? ¿Cuánto tiempo podrán mantener los precios?

–No sé repercutir costes en el precio de los productos. Se debe ser especialista. Tratamos de cubrir esa subida de costes reduciendo el margen comercial y con un aumento de nuestras ventas. Mantener esta situación es difícil de cuantificar en tiempo. Hasta el momento lo hemos soportado, aunque nos acercamos al límite. Cuando nos veamos obligados, lo tendremos que hacer, pero vamos a aguantar hasta el final. Me cuesta mucho tomar la decisión de subir el precio de los productos a nuestros clientes.

«Confieso que estoy muy agradecido a esta tierra, siempre me sentí arropado»

– ¿Cómo llega un aragonés a Almería y levanta una empresa de proyección internacional como Agrobío?

– Soy oscense de nacimiento. En Huesca viví hasta que me marché a estudiar la carrera en Madrid. Me licencié como Ingeniero Técnico y aprobé las oposiciones al Cuerpo Superior del Estado. Con 24 años, allá por 1976 llegué a Almería, la tierra de mi novia, que hoy es mi mujer, y la principal razón de mi llegada a esta provincia. Comencé a trabajar en la Administración Pública y al tiempo surgió el proyecto de Almeriplant y Agrobío. Entonces, decidí embarcarme en esta aventura empresarial, que por muchos motivos me ha dado grandes satisfacciones, sobre todo por el desarrollo generado en beneficio de la agricultura dedicada a la producción de frutas y hortalizas. He tenido la suerte de participar en multitud de proyectos innovadores, tanto en Almeriplant como en Agrobío. Ha sido un camino muy grato.

– ¿Se ha encontrado con muchas satisfacciones, pero también muchas piedras en ese camino?

– Profesionalmente no ha sido fácil, claro. Pero tengo que confesar que estoy muy agradecido a esta tierra. Almería es una provincia con una capital impresionante para vivir, y siempre me he sentido arropado y apoyado.

– ¿Qué sentimiento le despierta hablar de la agricultura?

– Estoy muy orgulloso de la agricultura, en general, de este país, de su industria agroalimentaria, como referente internacional. Vid, cítricos, frutos secos, hortalizas, frutas… Pero Almería es un ejemplo, un gran laboratorio de pruebas agrícolas para todo el mundo. En su conjunto España cuenta con una gran riqueza agrícola, y también ganadera. No obstante, su capacidad innovadora no tiene límites. Incluso su proyección fuera de sus fronteras es infinitamente mayor. Incluso su desarrollo interior, en el que estamos asistiendo a la llegada de grandes inversores en una parcela como la especializada en el almendro, que está potenciando su desarrollo. Con todo ello y por todo lo que significa, no puedo negar que estoy enamorado de la agricultura.

– ¿Considera que es un sector estable?

– Es una actividad que no cuenta con las plusvalías que cuentan otras. Pero sí es cierto que no tiene esas crisis profundas que hacen que se tambalee en su conjunto. Evidencia carencias, qué duda cabe, pero el sector agrícola y ganadero, junto a la industria auxiliar, ha demostrado con creces que es uno, quizá diría el más destacado, que ha aguantado la crisis derivada de esta pandemia. España ha demostrado que está preparada para alimentar a la sociedad.

– ¿Cree las administraciones deberían apostar más por reconocer que es un sector estratégico al demostrar esa solidez?

– Totalmente de acuerdo. Creo que debe de ser una apuesta decidida y sin fisuras, no solo reconociéndolo públicamente, sino también demostrándolo a través de iniciativas que impulsen su desarrollo. No olvidemos que es un sector muy importante para este país, que genera mucho empleo y riqueza.

– ¿Cuáles son los retos de Agrobío?

– Tenemos un reto desde el principio, que se mantiene constante: Mejorar, mejorar y mejorar. Ese es nuestro principal objetivo. Partiendo de esa base, tenemos en marcha nuevos proyectos.

– ¿Cómo cuáles?

– En Agrobío entendemos que no todos los insectos de una misma especie son iguales. De la misma manera que existen razas de animales, las hay también en los diferentes insectos. Y lograr un Orius, un Nesidiocoris, etcétera, que potencie sus capacidades para ser más efectivo en su lucha contra las plagas, es uno de nuestros próximos retos. En esta especialidad no se ha logrado aún determinar razas de insectos, más adaptadas a funciones concretas, y es un gran reto en el que estamos trabajando. Además, estamos investigando en la genética y alimentación de los insectos. También tenemos un apasionante trabajo en el desarrollo del control biológico en las plantaciones al aire libre, en las que hemos avanzado mucho, y en lo que seguimos investigando. Finalmente, otra faceta abierta es la de la microbiológica. Son proyectos que pueden conllevar muchos beneficios para el campo.

 

FUENTE: JOSÉ ESTEBAN / IDEAL / ALMERIA

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